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Relato gratis > La atenta vecina del piso de arriba

Otro día más corriendo, casa, trabajo, compras, en fin, la misma historia desde hace casi veinte años. Me case joven, parí enseguida, y a darle vueltas a la noria, como los burros, estoy harta. Cuando he llegado a casa con todas las bolsas, ya es de noche, me he encontrado a mi marido, el muy cabrito hoy ha llegado antes. Me pregunta si he traído cervezas, que faltan cervezas, que quiere cervezas, que estén frías las cervezas, qué que marca de cervezas he comprado, parece ser que hay partido. Le digo que si, que hay cervecita para el señorito. Él ha gruñido y se ha acomodado en el sillón, con el periódico y el mando a distancia, he estado tentada de hasta traerle el orinal, pues este no se mueve hasta el final del partido. He suspirado, le he montado un pollo, él ni inmutarse, me dice que me vaya al cine, a ver alguna de esas películas aburridas que me gustan, que le deje en paz, que él incluso es capaz de levantarse a por las cervezas. Me voy dando un portazo, bueno no lo doy, pero es lo que hubiera querido hacer, menos mal que el niño y la niña son ya mayores, dieciocho y dieciséis respectivamente, el mayor estará en casa de algún colega viendo el dichoso partido y la niña vaya usted a saber, el día menos pensado viene preñada. El ascensor no sube, siempre esta ocupado cuando uno tiene prisa, pego el dedo al botón de llamada, la puerta se ha abierto, es la vecina de arriba, que sube, le digo que me meto con ella, que luego bajaré. La vecina es una mujer algo mayor que yo, pero es soltera, no ha tenido hijos, y se cuida, me cuenta que viene del gimnasio, que me apunte a hacer relajación, etc. Sin darme cuenta hemos salido en su piso y seguimos hablando en el descansillo. Me mira y sonríe, me invita a pasar a su casa a seguir charlando. Acepto, no tengo nada más interesante que hacer, no quiero ir al cine, no me gustan esas películas aburridas que por lo visto me gustan. Da gusto su casa, se nota que vive sin parásitos, sencilla, ordenada, limpia, sin zapatos tirados, ni manchas de grasa. Me sienta en el salón y me ofrece algo, le pido una cerveza, trae unas cervezas, son de buena marca, no como las que le he comprado a mi marido, las más baratas, total, se las va a beber igual. Dice que se va a duchar, que le perdone un momento, oigo el agua correr, me dedico a cotillear por la sala, miro por una ventana que da al patio, se ve bien el interior de mi salón, este es el piso de arriba pero es otra letra, y esta casi enfrente de mi casa, distingo a mi marido enfrascado en la tele. Desde luego, que individuo me he mercado por cónyuge. La vecina ha salido de la ducha, aun tiene el pelo corto mojado, lleva una larga camiseta que le cubre hasta medio muslo, debajo debe llevar bragas, las tetas no las debe llevar sujetas y parecen caer. Me ha sorprendido mirando por la ventana, y me cuenta que muchas veces nos ha visto cenar o simplemente estar allí. La conversación ha seguido fluida, yo le he contado mi penoso tren de vida, y ella ha sonreído. Me dice que tengo que aprender a relajarme, que me tumbe, que me va a dar un masaje. Me he tumbado en la alfombra, que alfombra tan agradable, para rato pongo yo esta alfombra en casa, me la destrozan los bárbaros que tengo por familia. Ella me ha quitado los zapatos, y me ha hecho desabrocharme el pantalón y la blusa, me ha bajado un poco el pantalón, justo hasta donde empieza la raja del culo, y la camisa me la ha levantado. Ha empezado a pasar sus dedos por encima de mi columna, a veces fuerte a veces suave, lo hace muy bien, esto es lo que yo quería. Me ha desabrochado el sujetador, yo un poco vergonzosamente me he quitado la blusa y el sostén y me he vuelto a poner boca abajo, ahora puede llegar hasta mi cuello, hasta detrás de mis orejas, estoy con los ojos cerrados, seguro que el cabrón de mi marido se esta tirando pedos mientras ve a un puñado de tíos correr detrás de una bolita. Unos dedos se han aventurado entre mis nalgas, no lo encuentro mal. Me hace darme la vuelta, no lo pienso mucho, es tan agradable, al darme la vuelta, el pantalón que lo tengo a medio culo me incordia, me ayuda a quitármelo, estoy boca arriba con las bragas y los calcetines, estos masajes, creo que se me esta humedeciendo el coño.¿que pensaría esta si supiese como me siento ahora? Ohhh, ahora sus manos se deslizan por el interior de mis muslos, me abre las piernas, noto una calidez especial en mi pubis, son sus labios. Me gusta, abro los ojos, resulta que a mis años voy a descubrir que soy lesbiana, la boca de mi vecina ha ido subiendo por mi vientre, entre mis pechos y ha acabado en mis labios. Ella esta desnuda, efectivamente tiene un cuerpo envidiable, sus tetas aunque caidas se mantienen firmes, sus muslos tersos y su abdomen plano, tengo algo de vergüenza, mi cuerpo sin embargo esta arruinado por la maternidad y la falta de cuidado, tengo la autoestima un poco baja, hay que reconocerlo. Ella me susurra bellas palabras, me lame mis axilas, llega de nuevo a mi cintura y se recrea en mi monte de Venus, me quito las bragas para facilitar su exploración: se pone encima de mi, su vulva esta casi goteando, la chupa y ella me chupa, nos frotamos desesperadamente, introduce su lengua y estimula mi clítoris, mi perine, mi ano, me corro, hacía tiempo que no me corría. Mi marido cuando esta caliente se monta encima y me jode, me jode rápido y sin preámbulos, se corre y se duerme dándome la espalda. Me he levantado temblorosa, como cuando me desvirgaron, he mirado por la ventana , mi marido sigue allí, enfrascado, ignorante de que le estoy poniendo los cuernos con una mujer. Mi amante y vecina, esta medio recostada, se exhibe impúdicamente delante de mi, me fijo en su pubis, su vello esta recortado formando un perfecto triángulo, me cuenta que muchas veces mi marido se queda trasnochando delante de las películas porno, pajeándose, y que ella lo ve todo desde allí, que me imaginaba esperándole en la cama, ansiosa, insatisfecha y que ella se masturbaba pensando en mi, y en mi soledad. La cerradura de la calle se abre, yo no me esperaba nada de esto, corro hacia donde creo que esta el dormitorio, me meto y me escondo en la cama, debajo de unas sabanas que huelen a ella ¿Quién será? Mi anfitriona no parecía alterada. Se oyen murmullos, varias personas, las voces me son familiares, aunque no las reconozco tras la puerta cerrada. Mi vecina entra en el dormitorio, no ha encendido la luz, por el recuadro iluminado de la puerta pasan otras dos calladas siluetas desnudas, un hombre y una mujer. Me excito al tiempo que tengo miedo, me destapan y una entrepierna masculina se pone cerca de mi cara, noto un glande en mi mejilla, lo atrapo y lo chupo, me meto el tronco del pene hasta que mis labios llegan al tope que son los cojones, el olor a sudor y sexo me pone nerviosa. Las dos mujeres se ocupan de mis bajos, mi peludo pubis es baboseado por dos lenguas sabias, la próxima vez me tengo que depilar algo, no puedo llevar ese matorral encima, pero nunca tengo tiempo. Me abro de piernas, muchos dedos de varias manos hurgan en el interior de mi vagina, me humedezco, debo estar hasta manchando las sabanas de mis mocos. El hombre se ha puesto encima, su pene ha entrado fácilmente, me manosea, me agarra, me hace hasta daño, me recuerda a mi marido cuando éramos novios, cuando en pequeñas pensiones, cuando íbamos de viaje y follábamos con ardor juvenil, luego enseguida se nos pasó, el niño, la niña, cuanta monotonía y rutina. Pero el tío que tengo encima me ha hecho evocar aquellos momentos. Se ha corrido un poco pronto, también eso nos pasaba cuando éramos novios. Una sospecha me ha llegado de improviso, las formas de mi amante, así como sus gemidos, son iguales, las reconozco, pero no es él, este es joven, no hay tripa, no hay pelo por todas partes, lo toco, y lo reconozco, hace tiempo que no le daba caricias maternales pero lo identifico, es mi hijo el que me esta follando, hasta en esto se parece a su padre. Busco una luz, la vecina que mientras tanto estaba jugando con la otra desconocida se apiada de mi, y enciende la lámpara de una mesita de noche. Bajo la anaranjada luz veo rostros familiares, mis dos hijos y mi vecina, mi hija me estampa dos cariñosos besos en las mejillas, sus senos, sus bellos e inocentes senos que despuntan al cielo, se rozan con mis ubres. Mi hijo agotado yace con su cabeza entre mis piernas. La vecina me ha explicado que hace tiempo que hace tiempo que son amantes, que gozan entre sí, y que habían pensado en incluirme en su grupo, mi hija mientras recibo las explicaciones me besa los labios vulvares, me excita, no pienso en nada, me tumbo boca arriba, mi vecina me besa los pezones. Mi hijo algo recuperado chupa a su vez la entrepierna de su hermana, ella gime complacida. La polla de mi hijo va a por su segundo polvo de la noche. Me resigno, aquí están mejor mis hijos que en la calle, con un murmullo le indico que use condones si va a follar a su hermana. Hemos vuelto a casa, primero yo, ni se ha dado cuenta de mi ausencia, esta oyendo los programas deportivos que comentan el partido, me meto en la cama. Mis hijos han llegado tarde, seguro que han estado follándose como locos, en el frigorífico les he dejado cena. Mi marido ha venido tarde a la cama, seguro que ha estado pelándose la polla viendo algún programa guarro de madrugada, la vecina le habrá estado acechando desde su piso, y se habrá acariciado pensando en mi, yo me he masturbado pensando en ella. Al día siguiente en el desayuno, mientras mi marido engullía el desayuno, le he comentado que ayer me había encontrado a la vecina de arriba. Me ha dicho que tenía pinta de solterona frígida, que seguro que no había follado en su vida. Le he mirado sonriendo y le he preguntado por el resultado del encuentro de fútbol. Se que su equipo ha perdido.

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